sábado, 5 de mayo de 2007

VIENTO Y LÁGRIMAS

ETAPA 3. PAMPLONA – PUENTE LA REINA

Pamplona – Cizur Menor – Zariquiegui – Uterga – Muruzábal – Óbanos – Puente La Reina.

1 de abril. 23,5 km.

Quedan: 704,5 km.



La noche ha sabido a poco, y no es el eslogan de un ron caribeño.

El alcohol de romero de la siesta, aquel que llevé a mis sueños, volvió de ellos para impregnar el aire de la habitación como el invierno impregna de hielo el alma de la noche, la hace hibernar hasta que llega la primavera.

El desayuno es un buffet que se nos indigesta sólo con verlo. Café y una tostada que es media, como mitad es el descanso habido esta noche, hoy hay cuesta, Alto del Perdón, suena categórico, apostólico y bíblico, suena a culpa y a penitencia, a dolor y a sufrimiento, pero no, tanto sonar a cosas temerosas para luego esto, erró el tiro el miedo, casi siempre yerra pero es tarde para darnos cuenta, el miedo es así, traidor, taimado; hay subida pero no dolor, ni mucho menos fue como para ser perdonado, fue para dar gracias por estar arriba, Navarra a un lado, Pilar señala el Pirineo, Roncesvalles, Mezquiriz, alto de Erro, de ahí venimos, Pamplona… ¡qué lejos parece todo!, al otro lado casi Castilla, primero La Rioja, y antes lo que queda de Navarra por andar y lo que no se anda pero acompaña, como Urbasa, al Norte, no hay más remedio que ir alejándose de esta tierra de peregrinos y bajar a otra donde está el océano de la soledad, no hay escapatoria, bajar por las piedras, bajar El Perdón.

Antes de todo eso, al salir de Pamplona, hemos visto gestos antipáticos, transeúntes enfadados, con seguridad se trata de una impresión errónea, o distorsionada, achacable a la falta de sueño y a dos días sin ver apenas gente; mucha acera, asfalto y semáforos, humo de autobuses y prisas de hora punta, el Camino no quiere dejar de recordarnos de dónde venimos, a qué no nos queremos enfrentar al venir a andar, ¿huida?, quién lo sabe, un poco a lo mejor sí.

El Sol quiere aparecer de entre las nubes y logra imponerse cerca de Cizur, vemos nuestras sombras alargadas sobre el arcén, por delante, nos devuelven y aguantan la mirada, más como espejos que como siluetas mudas con las que el suelo nos contesta, vemos lo que somos y, al verlo, empezamos a saber a qué hemos venido, y también qué damos; todo es un trato, do ut des…

Pasa Cizur (El Menor), acaba al fin el asfalto, la persistencia impertinente de la vida moderna desaparece al punto, suaves rampas nos conducen al alto, los aerogeneradores nos engañan con la distancia, ¡parecen tan cercanos!, lejos están, grandes son, el suelo está embarrado, sorteamos el fango cuando se puede, lo pisamos sin miedo cuando no hay más remedio, chop, chop, chop, chop, adelante, adelante, adelante; allí está sentada, sobre una piedra, Mary Poppins, enjuta y curtida, cincuentona, determinada a llegar a Santiago pese a su nulo entrenamiento, paraguas en mano camina y asciende, nos pregunta si las marcas blanquirojas del GR coinciden con las flechas amarillas, sí en Navarra, “viele danke” nos dice, es alemana y se llama Elga, arriba la volveremos a ver después de subir, despacio, se cansa Pilar, agotamiento, lágrimas de impotencia y de cansancio, “no es por la cuesta, es que no puedo más, me está venciendo”, paramos, no llores, el cielo está ahí, a unos cientos de metros, descansamos, respiramos, el viento hiela, mucho viento, mucho, claro, ahí están los molinos para recordar que este es un sitio donde el viento nace, ya estamos, ¿ves?, no ha sido tan difícil, “no lucho con el Camino, lucho conmigo”, me dice, “batalla ganada”, respondo.

Termina el viento al comenzar el descenso, cuidado, muchas piedras sueltas, fácil llevarse un esguince de recuerdo hoy a casa, más trabajo para los bordones, no dura demasiado el tramo con desnivel, varios peregrinos nos adelantan, uno viene deprisa, viste hábito, con capucha y todo, un escapulario en la cintura y un rosario en la mano, calza sandalias abiertas, es curioso, lleva los pies limpios a pesar de los barrizales de la subida, habrá levitado, me dice Pilar, pues sí, eso parece, es un verdadero penitente, en la forma y en el fondo, no cabe duda.

El descenso es suave y ondulado, La Rioja quiere llegar, máquinas de obras públicas se ven no demasiado lejos, esto es, demasiado cerca, andando seguimos, vuelve la lluvia, más barro, Uterga a un paso, una caña y una bolsa de patatas en el albergue-casa rural-bar del pueblo, están dando muchas comidas a los operarios de las obras, qué inesperado negocio para un alojamiento rural y albergue de peregrinos, no van a hacerle ascos, por supuesto.

Camino ya de Óbanos, confluye el Camino Aragonés, el que viene de Somport, con este Francés por el que vamos; Óbanos, con su Misterio de representación popular, pasamos de largo el desvío a Santa María de Eunate, no iremos al octógono templario, que me está llamando, llamando, llamando, me dice “ven a verme, quiero verte”, me quedo con las ganas, otro año será, dos kilómetros de ida y dos de vuelta, no le puedo pedir eso a Pilar, aprecio más de lo que ella cree el esfuerzo de haber llegado hasta aquí, despacio todo se anda, pero cuatro kilómetros con su cansancio son subir los Alpes; lluvia, viento, barro y capas de agua que nos azotan por el temporal.

Vemos por primera vez turistas accidentales, peregrinos sin macuto, bueno, minúsculo macuto, no se vaya a pensar que van de vacío, no vayamos a creer que sus cuestas son menos empinadas que las nuestras, su viento menos helado y espeso… más tarde, y después y más días los iremos viendo, italianos de la RAI, toda una trouppe para un programita radiofónico diario de unos minutos, estos italianos cómo son, haremos después amigos con los que van dando el relevo, con el equipo de producción, entrañable cariño vamos a entablar pero aún no lo sabemos, este melenitas se nos antoja un poco divo, tiene luego detalles feotes en Puente La Reina, y en Estella después, y más adelante en Los Arcos, da igual, los divos son así; este obliga a su corazón a ceder el paso al ego.

Estamos ya muy cerca de Puente La Reina, más incluso de lo que creemos, Pilar, agotada, no sabe qué hacer con sus pies, mientras lo piensa estamos en el Jakue, ya hemos llegado, una amable señorita pone a nuestra disposición el albergue “privado” del que dispone el establecimiento, claro, llevamos barro hasta en la cara, “gracias, tenemos habitación reservada”, y entramos a la recepción dejándolo todo perdido, registro, de nuevo compasión en la mirada de una recepcionista, y al ascensor, entramos y entran dos más después, son los italianos que nos adelantaron, el ascensor va demasiado cargado, “ya subo yo andando”, digo, los divos italianos lo aceptan con provinciana naturalidad, mirando al techo como si no fuera con ellos, da igual, llego al segundo piso casi a la vez que el ascensor, pasan delante de nosotros, ni hola ni adiós, ni gracias ni de nada, Pilar y yo nos miramos y nos reímos del figurín transalpino, es una mezcla de Julián Lago y Juan Pardo, nos reímos más ante esta gracia tan graciosa, su mala educación no restará un ápice de placer a la ducha y siesta que nos esperan.

Eso sí, antes de la siesta y después de la ducha, algo para comer, de nuevo llegamos tarde para comer caliente, nos hubiéramos despachado un buey con habas, da igual, hacemos de la necesidad virtud, unos pinchos y descanso, que es mejor dormir sin llenar demasiado el estómago, ya cenaremos, seguro que hay aquí sitios donde proceder, la cafetería está llena de italianos, es aquí donde nos cuentan lo de la RAI, pues nada, a disfrutar raieros, que para eso viene uno a España a trabajar en comisión de servicio, alucinante, al menos son veinte, vinos de marca y güisquis escoceses, se nota que disparan con pólvora del RAI.

Luego sí, luego ya no queremos más premio que el sueño que la noche nos sustrae, un rato con las piernas en alto, hundidos en el colchón, mientras lo pienso mqdo drmidozzzzzzzzzz…..

Hay que salir luego a pasear, este lugar merece la pena, lo primero es ver el puente que da nombre a la villa (la reina del puente es la esposa de Sancho el Grande), impresionante puente, muy peregrino, tan peregrino como el río Arga; sólo otro puente, que veremos dos semanas más tarde, sobre el río Órbigo, está a la altura de este, que yo recuerde ahora, pues no anoté esta precisión en el cuaderno de viaje. La calle mayor es LA CALLE, es el Camino mismo de lado a lado del pueblo, iglesias, varias… a lo que vamos, habíamos quedado en vernos aquí con Paco de Almería, no está en los hostales, ni en los restaurantes, en uno entramos y nos sentamos a cenar, sopa de ajo, lomo a la plancha, vino navarro, y dos mesas más allá está el australiano con otros angloparlantes, uno de ellos predomina en la conversación, se maravilla con su relato y maravilla a los demás con la fuerza de su palabra, con el fuego de sus ojos, misticismo beligerante y vehemente que hipnotiza a los demás; antes de marcharnos nos acercamos a la mesa y los saludamos a todos, en especial al australiano, hola amigo, cuidado con el orujo, llevan casi dos botellas, una de blanco, otra de hierbas, “very good para los pies”, dice, “very, very”, sonreímos.

A la vuelta pasamos por el albergue para sellar la credencial, hasta mañana no será posible, nos dicen, están allí los canarios, está Sergin “Ayrton Senna”, esta Leo, algecireño, charlamos un rato con ellos, y claro, les preguntamos por Paco “uy Paco, debe de estar en Logroño, va a toda pastilla”, vaya record, nos despedimos de todos, nos seguiremos viendo estos días; los vínculos personales con los peregrinos de los primeros días se nos antojan más estrechos que los de después; será porque más tarde todos nos acostumbraremos a ver a otros peregrinos; será porque andando andando, acabamos concentrados más en el andar que en relacionarnos.

Antes de acostarnos hacemos repaso de equipaje, y vemos que nos sobran unas cuantas cosas. Las metemos en una bolsa de basura que dejamos en la recepción mañana a la salida, vendrán de Seur a recogerla, entre los dos debemos de habernos quitado unos tres kilos, ¿no se supone que llevábamos lo estrictamente imprescindible?

Chispeaba cuando llegamos al hotel, llueve persistentemente cuando nos acostamos, el agua golpetea en el tejado toda la noche. Nos empieza a apetecer un día soleado.

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